Por un día somos verdaderas princesas y lo mejor es disfrutar al máximo de cada instante y cuando el evento llega a su fin, es tiempo de preservar lo que serán algunos de nuestros recuerdos más entrañables. Y es entonces cuando debemos ocuparnos de guardar nuestro vestido para que trascienda generaciones sin echarse a perder.
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A continuación, una vez que retiras tu traje perfectamente limpio, debes envolverlo prolijamente en un papel de seda de color azul oscuro para evitar que la exposición a la luz pueda manchar el género de color claro. Luego, lo colocas en una caja de cartón rígida y de cómodas proporciones para que el vestido no permanezca comprimido y arrugado.
No olvides calcular el espacio necesario en tu armario para poder guardarlo y listo. Lo único que resta es recordar que cada seis meses, debes ventilar el traje para evitar la producción de hongos y malos olores, especialmente si has colocado naftalina en la caja. Si sigues estos pasos, algún día podrás compartir con tu hija y hasta nietas ese vestido que encierra tantos lindos recuerdos.